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Acudir al despido disciplinario es algo que puede resultar atractivo para el empleador, en el momento en que un trabajador causa problemas. De primera impresión, puede parecer que cualquier indisciplina es suficiente para practicar este tipo de despido, pero no es así. Analicemos en qué consiste y cuáles son las causas que pueden justificar una medida tan drástica.
El despido por causas disciplinarias viene regulado por el Estatuto de los Trabajadores, y se define como la extinción del contrato de trabajo por decisión unilateral del empresario, basada en un incumplimiento grave y culpable del trabajador.
Las causas de despido han de figurar en la carta de comunicación al trabajador para que puedan se admitidos, posteriormente, por los tribunales. Toda causa que no se incluya en la carta de despido no podrá alegarse en la vía judicial para justificar la decisión de la empresa.
Las causas que pueden alegarse para motivar un despido disciplinario son las siguientes:
* Faltas repetidas e injustificadas de asistencia o puntualidad al trabajo.
* Indisciplina o desobediencia en el trabajo.
* Ofensas verbales o físicas al empresario o a las personas que trabajan en la empresa o a los familiares que convivan con ellos.
* Transgresión de la buena fe contractual, así como el abuso de confianza en el desempeño del trabajo.
* Disminución continuada y voluntaria en el rendimiento de trabajo normal o pactado.
* Embriaguez habitual o toxicomanía, si repercuten negativamente en el trabajo.
* Acoso por razón de origen racial o étnico, religión o convicciones, discapacidad, edad u orientación sexual y el acoso sexual o por razón de sexo al empresario o a las personas que trabajan en la empresa.
El despido disciplinario origina la pérdida del derecho a indemnización, por lo que debe justificarse adecuadamente para que salga adelante. La pérdida de confianza es, por ejemplo, uno de los argumentos más utilizados para justificar esta decisión. Pero hay que tener en cuenta que un incumplimiento aislado del deber no puede servir de base a la argumentación. El fundamento debe basarse en una transgresión de la fidelidad debida a la empresa, realizada de manera intencionada.