Quien tiene un buen socio tiene un tesoro, eso es así. ¿Por qué? Pues porque así se superan mejor los retos y las dificultades. Y es que, a buen seguro, se producirán a lo largo de la vida de la empresa.
En situaciones de crisis del sector o económica la relación se puede enturbiar y transformar el idilio en una pesadilla. Por eso es fundamental, antes de tener un socio, valorar seriamente si realmente es necesario. En caso afirmativo, valorar si es la persona adecuada. Es decir, a veces las funciones de un socio no van a ser claves sino accesorias. Si así fuera, sería mejor subcontratarlas. Además, no tenemos que guiarnos por vínculos de amistad o parentesco; un socio debe de elegirse en base a criterios objetivos como: forma de ser, compromiso, sinceridad, coherencia…
Aún así, si por cualquier motivo tienes algún problema con tu socio, aquí tienes algunas ideas para poder gestionarlo:
- Aclara de antemano y lo antes posible lo que cada socio espera del otro. Eso evitará malentendidos y confusiones. Para ello debes fijar un protocolo, al igual que en las empresas familiares, con unas normas y líneas de actuación.
- Maten separados los patrimonios personales de cada uno de los socios con el de la empresa. Y no me refiero a no prestar avales usando el patrimonio personal, sino a evitar que cualquier socio o todos dispongan del dinero de la empresa para sus fines particulares por el hecho de que ellos son los dueños. Sea a través de gastos personales, reparto de dividendos, o préstamos, muchas empresas quedan descapitalizadas por no respetar esta idea.
- Delimita unas responsabilidades claras para cada socio y evita que cada uno se meta en el trabajo del otro. Para ello lo primero es tener en cuenta las habilidades y experiencia profesional de cada socio, no es cuestión de ver quién manda más o quién tiene el cargo más importante, aunque a veces la bajada de ingresos en una de las áreas de negocio implica que un socio quiera ampliar sus competencias a la de otro.
- Fija un pacto en el que cada socio establezca las condiciones de salida, así en el caso de que uno quiera abandonar la empresa evitaremos conflictos y largas negociaciones. Ten en cuenta que siempre es mejor establecer las condiciones al inicio cuando todavía no han surgido discrepancias. Así que no tengas reparos en plantear este tipo de pactos, es algo normal y que sólo busca asegurar la supervivencia del negocio. Si tu socio se niega a hacerlo quizás debas de empezar a plantearte la asociación.
- Cultiva la confianza con tu socio, porque esa es la clave para que la relación funcione. Si alguno de los socios no cumple con sus obligaciones puede ser por cuestiones puntuales como problemas personales, lo cual no debería ser motivo de desconfianza. Pero es diferente si algún socio está trabajando además para otra empresa de la competencia u otra donde pueda existir conflictos de intereses.
Sea cual sea la situación en la que te puedas encontrar, recuerda que es mejor prevenir que curar. Fijar pactos al inicio cuando la situación todavía es buena. En caso de que surja el conflicto, lo mejor es acudir a fórmulas de resolución extrajudicial. Será más rápido y barato. Por cierto que, dentro de este tipo de soluciones se encuentra el arbitraje, un procedimiento extrajudicial voluntario en el que se encomienda a un árbitro la resolución de la controversia, teniendo la misma eficacia y valor que una sentencia judicial dictada por los tribunales de justicia.