La regularización de existencias es un procedimiento que toda empresa debe realizar al cierre del ejercicio. Por lo general suelen confundirse las existencias con los bienes almacenados para su venta, pero son algo más que eso. Cualquier artículo, material o elemento que utilizamos para producir o para prestar un servicio puede tener la consideración de existencia.
Son existencias las materias primas, entendidas como elementos utilizados para fabricar un producto (un restaurante, por ejemplo, tendrá como existencias los ingredientes que necesita para preparar los menús: verduras, carnes, pescados, postres, condimentos….). Las materias primas son algo que no se vende, sino que se transforma para crear bienes que la empresa vende al público o clientes.
También son existencias los materiales o utensilios que se necesitan para prestar un servicio (en este caso pueden ser combustibles, herramientas, embalajes). Incluso una empresa que preste servicios administrativos puede tener existencias de material de oficina (folios, tóner, carpetas, bolígrafos…). Cualquier empresa que deba adquirir bienes destinados a la prestación de un servicio tiene algo que inventariar.
Los grandes almacenes, tiendas y supermercados suelen realizar al cierre de año un inventario que sirve de base a la regularización contable. Eso sí, cualquier tipo de negocio debe llevar la cuenta de lo que tiene en stock.
Si tenemos más existencias a final de año que a su comienzo, eso nos dará un saldo positivo que se reflejará en un incremento del beneficio del ejercicio. Si, por el contrario, tenemos menos, el saldo será negativo. Así que el beneficio mermará o, si tuviéramos pérdidas, serán mayores.
Por último es importante saber que el inventario es un documento de gran importancia que debemos conservar, pues sirve como soporte físico a los datos contables. La regularización de existencias tiene gran relevancia fiscal al incidir en el beneficio y, por tanto, en el impuesto a pagar por Sociedades.
