
Un activo financiero es un derecho de cobro que se obtiene a cambio de una inversión de dinero.
La existencia del activo se refleja en un contrato entre dos partes, en la que el comprador, que es quién invierte el dinero, adquiere el derecho a cobrar cierta cantidad en unos plazos de tiempo variables.
El activo puede tener un vencimiento (plazo en el cual el contrato finaliza) o ser de duración indefinida.
Los activos de renta variable suponen un riesgo mayor porque el comprador no sabe si va a recuperar el capital invertido.
Un activo financiero se define por tres características:
Cuando se compra un activo, en realidad se está adquiriendo deuda de la empresa que lo emite a cambio de un interés.
El interés que proporciona el activo se denomina rentabilidad.
En el caso de las acciones, no compramos deuda, sino participación en el capital de la empresa. La rentabilidad que proporcionan son los dividendos, que son repartos de beneficio de la entidad que las vende.
Los activos se negocian en los mercados financieros. Su rentabilidad depende de lo que se haya pactado en el contrato y de la evolución del mercado.
La liquidez del activo es la facilidad para transformarlo en dinero, para poder venderlo o cambiarlo.
Los buenos resultados de la empresa que los emite hará que esté mejor cotizada y que el activo se venda más fácilmente.
Los activos a corto plazo son más líquidos.
El riesgo de un activo es la probabilidad de que no recuperemos nuestra inversión o incluso de que perdamos dinero.
Puede ser que el emisor no pueda cumplir las condiciones del contrato y o pague su deuda con el comprador del activo.
Por Eva Fernández el 29 November 2023