Ser parte de las empresas excelentes debería ser la meta de todo empresario y emprendedor. Organizaciones que son líderes en su sector y cuyos resultados son más estables que el resto de empresas. Pero si piensas que las empresas excelentes sólo se encuentran en el Ibex-35 o dentro de grandes multinacionales, estás equivocado.
Si algo define a este tipo de organizaciones es el sentido común (que normalmente es el menos "común" de los sentidos) y la coherencia entre la dirección y el resto del equipo humano. Como hablábamos en anatomía de los líderes emprendedores, la gestión de personas debe de ser una de las habilidades y tareas a la que más tiempo debes dedicar:
- Orientadas a la acción: muchas veces las empresas y sobre todo los emprendedores caen en "la parálisis del análisis". Yo mismo pequé de ello durante mis inicios como emprendedor. Y mucha veces se aconseja, equivocadamente, que el emprendedor debe de dedicar mucho tiempo a redactar su plan de negocio. En el mundo actual lo que diferencia a los ganadores de los perdedores es la acción, y sobre todo si se ejecuta de forma excelente y rápida. Así que deja de pensar cómo generar más ventas y empieza a conectar y visitar potenciales clientes.
- Centrarse en aquello que mejor hacemos: es habitual que con el crecimiento económico las empresas amplíen sus líneas de negocio y su cartera de productos. Pero si algo define a las empresas excelentes es que se centran en pocos productos y servicios que con el paso del tiempo dominan a la perfección. Lo que favorece una mayor productividad del personal y unos menores costes operativos.
- Espíritu emprendedor: da igual que la empresa esté al inicio de su recorrido que al final, nunca debe de perder el espíritu emprendedor, porque como ya comentaba en trampas de las empresas familiares, no podemos caer en el error de ser meros gestores porque el mundo cambia y cada vez más rápido. Sólo manteniendo la visión, el sentido del riesgo y la creatividad de un espíritu emprendedor podremos ser parte de las empresas excelentes.
- Jerarquía mínima y horizontal: las grandes estructuras con muchos niveles jerárquicos son propias del ejercito pero a nivel de gestión empresarial es algo arcaico. La reducción de niveles jerárquicos además de ser mucho más barata permite una mejor comunicación. Lo ideal es tender a una estructura horizontal donde prácticamente no hay jefes, porque al fin y al cabo todos los que trabajan en la empresa deben de perseguir una meta común: satisfacer al cliente.
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