¿Qué es el apalancamiento financiero?
Definición del término
Cuando hablamos de apalancamiento financiero, nos referimos al uso de endeudamiento (es decir, recursos ajenos) para financiar una inversión o actividad empresarial con el objetivo de aumentar la rentabilidad del capital propio. En otras palabras, es una estrategia mediante la cual una persona o empresa utiliza deuda para tratar de mejorar sus beneficios, en lugar de limitarse a operar únicamente con sus propios fondos.
En términos más técnicos, el apalancamiento mide cuánto del capital total utilizado en una inversión proviene de recursos externos (normalmente préstamos o emisiones de deuda), frente a los recursos propios aportados por el inversor o la empresa.
Variantes del término
El término “apalancamiento” puede usarse en distintos contextos:
- Apalancamiento operativo: relacionado con los costes fijos de una empresa. No trata directamente sobre deuda, sino sobre cómo los costes fijos amplifican los beneficios ante variaciones en las ventas.
- Apalancamiento financiero: se centra en el uso de deuda para aumentar la rentabilidad.
- Apalancamiento total: combinación de ambos anteriores.
En esta entrada, vamos a centrarnos en el apalancamiento financiero puro, que es el más habitual y el que suele generar más dudas y oportunidades (pero también riesgos).
¿Para qué sirve el apalancamiento financiero?
Ahora bien, ¿por qué alguien querría endeudarse si puede invertir con su propio dinero? La respuesta está en la rentabilidad. Si el rendimiento que se obtiene de una inversión es mayor que el coste de la deuda contraída para financiarla, el beneficio obtenido con fondos ajenos supera al que se lograría solo con capital propio.
Esta diferencia es lo que se conoce como efecto apalancamiento.
Un ejemplo para entenderlo de forma clara
Imagina que tienes 100.000 euros y decides invertirlos en un pequeño negocio que te genera un beneficio anual de 10.000 euros. Estás obteniendo una rentabilidad del 10 % sobre tu capital.
Ahora supón que, en vez de invertir solo esos 100.000 euros, pides prestados otros 100.000 euros al 5 % de interés. Con ese total de 200.000 euros, montas un negocio más grande, que te da un beneficio de 25.000 euros.
Después de pagar los intereses del préstamo (5.000 euros), te quedan 20.000 euros de beneficio. De esos, 10.000 serían el rendimiento de tu capital propio, pero los otros 10.000 derivan del uso de dinero prestado. Tu rentabilidad pasa a ser del 20 %, el doble que antes. Eso es el apalancamiento financiero funcionando a tu favor.
Pero cuidado: si ese negocio en vez de darte 25.000 euros de beneficio te diera solo 5.000, no solo no ganarías más, sino que terminarías perdiendo dinero, porque los intereses seguirías teniéndolos que pagar. Y ahí es donde aparece el riesgo del apalancamiento.
El lado oscuro: ¿por qué puede ser peligroso?
El apalancamiento financiero multiplica los efectos de las decisiones: tanto las buenas como las malas. Si todo va bien, el rendimiento se dispara. Pero si las cosas se tuercen, las pérdidas también se amplifican.
Esto ocurre porque, con deuda, asumes un compromiso de pago fijo. Da igual si vendes más o menos, si el proyecto funciona o no. La cuota del préstamo hay que abonarla sí o sí. Y si no puedes hacerlo, puedes entrar en morosidad, impagos e incluso insolvencia.
Por eso, usar apalancamiento financiero requiere no solo visión estratégica, sino también una gestión prudente del riesgo y del flujo de caja.
¿En qué sectores se utiliza más el apalancamiento financiero?
Aunque en realidad el apalancamiento se puede aplicar en cualquier actividad económica, hay ciertos sectores donde su uso es más intensivo. Por ejemplo:
- Inmobiliario: muchas inversiones se financian con hipotecas o créditos puente.
- Empresarial: muchas empresas recurren a financiación externa para expandirse o desarrollar nuevos productos.
- Finanzas personales: los particulares también usan apalancamiento cuando solicitan préstamos para invertir.
- Mercados financieros: los traders utilizan instrumentos derivados o márgenes para amplificar sus posiciones.
¿Cómo se mide el apalancamiento financiero?
Existen varias fórmulas para medir el grado de apalancamiento. Una de las más utilizadas es esta:
Apalancamiento financiero = Activo total / Patrimonio neto
También puede calcularse así:
Apalancamiento financiero = Deuda financiera / Patrimonio neto
Cuanto mayor es el resultado, mayor es el apalancamiento.
Implicaciones fiscales del apalancamiento financiero
Desde un punto de vista fiscal, el apalancamiento puede tener un efecto positivo. ¿Por qué? Porque los intereses pagados por préstamos o créditos suelen ser gastos deducibles en el impuesto de sociedades o en el IRPF, siempre que estén vinculados a una actividad económica o a la obtención de rendimientos del capital.
Esto significa que puedes reducir la carga fiscal. Eso sí, esta ventaja solo se aplica si los préstamos están correctamente documentados y si su uso está justificado dentro de la actividad económica.
Un error habitual es pensar que todo apalancamiento genera ventajas fiscales automáticamente. No es así. La clave está en demostrar la relación directa entre la financiación y la generación de ingresos.
¿Qué pasa si se abusa del apalancamiento?
Aquí es donde hay que andar con mucho cuidado. Un exceso de apalancamiento puede llevarte a una situación de estrés financiero. Si tus ingresos no crecen al ritmo esperado o si los tipos de interés suben, tu capacidad para afrontar la deuda puede verse comprometida.
Muchas crisis empresariales y financieras tuvieron en su raíz un uso descontrolado del apalancamiento.
Por tanto, si estás pensando en usar esta herramienta, lo primero es hacer una evaluación realista de:
- La capacidad de generación de ingresos del proyecto.
- La estabilidad de los tipos de interés.
- El plazo de amortización.
- El riesgo asumido.
- Colchones de liquidez ante imprevistos.
¿Tiene sentido usar apalancamiento como autónomo o pequeña empresa?
Sí, pero con precauciones. Muchos autónomos recurren a financiación para adquirir maquinaria, reformar un local o lanzar una campaña de marketing. Y tiene sentido si los ingresos que se esperan obtener cubren sobradamente el coste de esa financiación.
Ahora bien, aquí el margen de maniobra suele ser más limitado, por lo que es fundamental no comprometer más de lo necesario. Un error de cálculo puede dejarte fuera de juego.
Además, ten en cuenta que los bancos analizan el riesgo financiero de tu negocio antes de concederte préstamos. Si estás demasiado apalancado, puedes perder acceso al crédito, o te exigirán condiciones mucho más duras.
¿Y en las finanzas personales?
En el ámbito personal, el apalancamiento suele adoptar la forma de hipotecas, préstamos personales o incluso créditos para invertir. Y el principio sigue siendo el mismo: si el rendimiento de la inversión supera el coste del préstamo, el resultado puede ser positivo.
Pero aquí el riesgo es aún mayor, porque no hay separación entre tus finanzas y tu patrimonio personal. Un fallo de cálculo no solo puede arruinar tu inversión, sino comprometer tu estabilidad financiera a largo plazo.
Conclusión: ¿es bueno o malo el apalancamiento financiero?
Ninguna de las dos cosas. El apalancamiento financiero es simplemente una herramienta. Su efecto dependerá de cómo la uses, cuándo la uses y con qué prudencia.
Si lo aplicas de forma inteligente, puede multiplicar tus oportunidades y ayudarte a crecer. Pero si lo usas de forma impulsiva o sin planificación, puede volverse en tu contra muy rápido.
Por eso, si estás considerando apalancarte, mi consejo como contable con décadas de experiencia es este: haz números, revisa escenarios, y sobre todo, no pierdas de vista tu capacidad real de asumir riesgos. Porque, como en tantas cosas de la vida y la economía, aquí también se cumple aquello de que “no todo lo que brilla es oro”.