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Diccionario > Inmovilizado

¿Qué es el inmovilizado?

El término inmovilizado hace referencia al conjunto de bienes, derechos y otros elementos patrimoniales que posee una empresa y que no están destinados a la venta en el curso normal de su actividad, sino a ser utilizados de forma duradera en su estructura económica. Se trata de activos que permanecen en el balance de la empresa durante más de un ejercicio económico, y cuya finalidad es contribuir al desarrollo de la actividad empresarial a lo largo del tiempo.

En contabilidad, el inmovilizado se clasifica dentro del activo no corriente y su tratamiento está regulado por el Plan General de Contabilidad (PGC). Existen distintas tipologías de inmovilizado, que se detallan a continuación:

  • Inmovilizado material: Bienes tangibles como edificios, maquinaria, vehículos o mobiliario.
  • Inmovilizado intangible: Activos no físicos como licencias, patentes, marcas o software.
  • Inmovilizado financiero: Participaciones a largo plazo en otras empresas, depósitos o préstamos concedidos a largo plazo.

También se conoce coloquialmente como activo fijo, aunque este término ha caído en desuso en los entornos contables profesionales.

Tipos de inmovilizado y ejemplos prácticos

Inmovilizado material

Es probablemente el más conocido y visual. Incluye todos aquellos elementos físicos que una empresa utiliza para operar: una furgoneta para repartir pedidos, las estanterías de una tienda, las máquinas de una fábrica o incluso el propio edificio donde se realiza la actividad.

Por ejemplo, si una empresa compra una impresora industrial de 8.000 euros para su oficina, ese bien se registra como inmovilizado material, ya que se usará durante varios años y no se vende como parte del negocio.

Inmovilizado intangible

Aquí entran los elementos que, aunque no se pueden tocar, tienen un valor económico claro. Es el caso de una licencia de software, una patente registrada o una franquicia. Son especialmente importantes en sectores tecnológicos, farmacéuticos o de servicios.

Un ejemplo típico: una clínica dental adquiere una licencia de uso de un software de gestión exclusivo. Aunque no es un objeto físico, ese software tiene un coste y se usará durante varios años, por lo tanto, se registra como inmovilizado intangible.

Inmovilizado financiero

Este tipo incluye inversiones que la empresa no piensa recuperar a corto plazo, como participaciones en otras empresas o préstamos a largo plazo. Aunque no están relacionados directamente con la operativa diaria, forman parte del patrimonio y deben registrarse adecuadamente.

Imagina que una empresa invierte en el 20% del capital de una startup. Esa participación, si está pensada para mantenerse a largo plazo, se contabiliza como inmovilizado financiero.

Tratamiento contable y amortización

Uno de los aspectos más relevantes del inmovilizado es su amortización. Al tratarse de elementos duraderos, no se contabiliza su coste como gasto en el momento de la compra, sino que se va repartiendo a lo largo de los años de vida útil estimada.

Este reparto se llama amortización, y permite reflejar de forma más realista el desgaste o pérdida de valor del bien con el paso del tiempo. Por ejemplo, si compras una máquina por 10.000 euros y su vida útil es de 5 años, se amortizará a razón de 2.000 euros al año (en términos lineales).

La amortización es un gasto contable, pero no implica una salida de dinero real año tras año. Es una herramienta clave para medir la rentabilidad y la salud financiera de la empresa.

¿Qué dice el Plan General de Contabilidad?

El Plan General de Contabilidad establece con claridad qué elementos pueden formar parte del inmovilizado, cómo se valoran inicialmente y cómo debe llevarse su amortización o deterioro. Entre las principales normas contables aplicables, destacan:

  • Valoración inicial: se debe contabilizar por su precio de adquisición o coste de producción.
  • Valoración posterior: se aplica la amortización sistemática, y en caso necesario, se reconoce un deterioro del valor.
  • La vida útil debe estimarse de forma realista, y puede revisarse si cambian las circunstancias.

Además, en el caso del inmovilizado intangible, solo se pueden activar (es decir, incluir como inmovilizado) aquellos elementos que generen beneficios económicos futuros y cuyo coste pueda medirse con fiabilidad.

Implicaciones fiscales del inmovilizado

Desde el punto de vista fiscal, el tratamiento del inmovilizado tiene consecuencias relevantes, especialmente en relación con el Impuesto sobre Sociedades o el IVA.

La amortización contable suele coincidir, con matices, con la amortización fiscal. Hacienda permite deducir como gasto la amortización anual, pero dentro de unos límites que dependen del tipo de bien y su vida útil estimada, según las tablas oficiales. Esto puede afectar directamente a la carga fiscal de la empresa cada ejercicio.

Respecto al IVA, si el inmovilizado está relacionado con una actividad sujeta y no exenta, el IVA soportado en la compra puede deducirse, pero habrá que ajustarlo si el uso del bien cambia en el futuro.

Dudas frecuentes sobre el inmovilizado

¿Qué pasa si vendo un bien del inmovilizado?

Cuando se vende un bien del inmovilizado, se debe dar de baja del balance y registrar el resultado contable de la operación (beneficio o pérdida). La diferencia entre el valor contable y el precio de venta se refleja en la cuenta de resultados.

¿Puedo contabilizar un portátil como inmovilizado?

Depende del importe y del uso. En general, si el valor supera los 300 euros y se utilizará durante más de un año, sí puede considerarse inmovilizado. En caso contrario, podría registrarse como gasto directamente. Aquí entra en juego el criterio de importancia relativa y la política contable de cada empresa.

¿Qué pasa si ya no uso un bien, pero sigue en mi balance?

Si un bien ya no está en uso y no genera beneficios, debe analizarse si ha sufrido un deterioro. En tal caso, se debe ajustar su valor contable, incluso hasta llegar a cero si ha perdido totalmente su utilidad económica.

¿Es lo mismo inmovilizado que inversión?

Aunque están relacionados, no son exactamente lo mismo. El término “inversión” suele usarse para referirse al acto de adquirir un bien con la expectativa de generar un retorno, mientras que “inmovilizado” se refiere al tratamiento contable de ese bien dentro del patrimonio empresarial.

Importancia práctica para autónomos y empresas

Tener claro qué es el inmovilizado y cómo gestionarlo correctamente no es solo una cuestión contable. Afecta directamente a la fiscalidad, la toma de decisiones, la presentación de resultados y la imagen financiera de la empresa.

Por ejemplo, si eres autónomo y compras una furgoneta para tus repartos, deberás registrarla como inmovilizado, amortizarla correctamente y asegurarte de deducir el IVA conforme a su uso. Si eres una pyme que invierte en desarrollo de software propio, debes valorar si cumple las condiciones para activarse como intangible.

Además, una buena gestión del inmovilizado permite detectar cuándo renovar equipos, cómo optimizar la carga fiscal o si una inversión concreta ha resultado rentable. También es clave en auditorías y revisiones fiscales.

El inmovilizado es una pieza clave en la estructura económica de cualquier empresa o autónomo. Entenderlo bien permite no solo cumplir con la normativa contable y fiscal, sino también tomar decisiones más inteligentes sobre inversiones, financiación y crecimiento. Saber qué bienes forman parte del inmovilizado, cómo se amortizan, cuándo deterioran o cómo afectan a tus impuestos es básico para llevar una contabilidad sólida y profesional.

Si estás empezando tu actividad o gestionas una empresa en crecimiento, no subestimes el papel del inmovilizado. Más allá de un asiento contable, es un reflejo claro de la capacidad productiva y estratégica de tu negocio.

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