
El benchmarking es una técnica de planificación estratégica por la cual un negocio toma como referencia el funcionamiento de otras empresas para adaptarlo a su actividad. No se trata de copiar, si no de analizar lo que a otros les funciona y como se puede integrar eso mismo en nuestro negocio.
Las empresas que se toman como referencia no tienen por qué ser competidoras directas ni dedicarse a la misma actividad. Se trata de intentar extraer aquello que para otros tiene éxito o es un valor positivo para integrarlo dentro de nuestra organización.
La estrategia de benchmarking se lleva a cabo en dos fases:
La fase de selección y observación supone un esfuerzo de búsqueda de empresas que puedan servirnos como referencia. En este punto debemos intentar recopilar toda la información sobre qué es lo que funciona y por qué y cómo se realiza.
Toda esa información es vital a la hora de pasar a la fase siguiente. Cuanta más información tengamos más efectiva será la estrategia.
La fase de adaptación trata de analizar la información obtenida en la fase anterior. Se trata de ver cómo se puede utilizar en nuestro negocio para diseñar un procedimiento o estrategia similar que nos ayude a obtener los resultados esperados.
Básicamente se distinguen tres tipos de benchmarking:
Es aquel por el cual la empresa adopta técnicas o estrategias que ya se vienen desarrollando en la propia empresa pero para otro tipo de actividades.
Por lo general se trata de integrar en un determinado departamento las estrategias o pautas de comportamiento que se llevan a cabo en otro departamento.
Se toman como referencia empresas que no son competidoras directas.
Pueden dedicarse a actividades completamente diferentes pero que tienen aspectos que pueden ser interesantes e implantables en nuestro negocio.
En este caso las referencias son empresas que compiten directamente con la nuestra.