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Diccionario > Rescisión

¿Qué es una rescisión?

La rescisión es un término jurídico y contable que hace referencia a la anulación o terminación anticipada de un contrato o acuerdo previamente firmado entre partes. A diferencia de la resolución, que suele estar basada en el incumplimiento de alguna de las partes, la rescisión puede tener lugar incluso cuando no ha habido una infracción explícita, sino por causas legales, vicios en el consentimiento, abuso de situación o desequilibrios económicos sobrevenidos.

En esencia, la rescisión busca restablecer la situación anterior al contrato, dejando sin efecto sus consecuencias. Es un concepto que aparece con frecuencia en el ámbito del derecho civil, mercantil y laboral, así como en contextos fiscales o administrativos donde un contrato tiene efectos económicos relevantes.

Variantes del término y usos frecuentes

El término “rescisión” puede aplicarse en diferentes contextos, y es importante no confundirlo con términos similares como “resolución” o “anulación”:

  • Rescisión contractual: la más habitual, cuando dos partes deciden dar por terminado un contrato vigente.
  • Rescisión unilateral: ocurre cuando solo una de las partes promueve la rescisión, alegando causas que la ley permite.
  • Rescisión por mutuo acuerdo: ambas partes deciden de forma consensuada extinguir el contrato.
  • Rescisión judicial: requiere la intervención de un juez para declarar la nulidad del contrato, normalmente por vicios en su formación o por perjuicio para una de las partes.

En todos los casos, el efecto principal es el mismo: dejar sin efecto un contrato o acuerdo y, en muchos casos, devolver las cosas al estado anterior.

Marco legal de la rescisión

La rescisión está regulada principalmente en el Código Civil, concretamente en los artículos 1290 y siguientes. La normativa establece que los contratos pueden ser rescindidos en determinados supuestos, entre ellos:

  • Cuando se haya producido un perjuicio económico grave para una de las partes.
  • En los casos de fraude o dolo.
  • Cuando exista un vicio en el consentimiento (engaño, coacción, error esencial...).
  • Por causa de incapacidad de alguna de las partes en el momento de contratar.

Además, otros cuerpos normativos como el Estatuto de los Trabajadores o la Ley de Contratos del Sector Público también recogen supuestos específicos de rescisión en el ámbito laboral o administrativo, respectivamente.

¿Cuándo se aplica una rescisión?

Aunque la teoría pueda parecer clara, la práctica es más matizada. La rescisión se aplica generalmente en situaciones en las que se quiere:

  • Corregir un desequilibrio contractual que se ha producido con el tiempo.
  • Anular un contrato en el que una parte ha sido claramente perjudicada sin que exista un incumplimiento evidente.
  • Proteger a una parte débil en contextos de abuso de poder económico o jurídico.

Por ejemplo, si un contrato de compraventa se firmó bajo coacción o con información ocultada deliberadamente, puede rescindirse aunque ambas partes hayan cumplido con lo pactado. También puede aplicarse en cesiones de crédito o transmisiones patrimoniales que luego se revelan como lesivas para una de las partes.

Rescisión en el ámbito contable y fiscal

Desde el punto de vista contable, la rescisión tiene implicaciones importantes, especialmente en lo que respecta al reconocimiento de ingresos y gastos, así como a la devolución de cantidades ya cobradas o entregadas.

Por ejemplo, si una empresa firma un contrato de prestación de servicios por un año y, a los tres meses, el contrato se rescinde, deberá:

  • Devolver (si procede) la parte proporcional de los ingresos cobrados por adelantado.
  • Revisar la imputación contable de los gastos asociados a ese contrato.
  • Emitir facturas rectificativas o notas de abono si ya se había facturado el total del servicio.

A nivel fiscal, también puede afectar al cálculo del IVA repercutido y soportado, al Impuesto sobre Sociedades o incluso al IRPF en el caso de autónomos. Hacienda permite rectificar las liquidaciones si el contrato finalmente no se ejecuta o se rescinde legalmente, siempre que se documente adecuadamente.

Rescisión laboral: derechos y consecuencias

Uno de los escenarios más conocidos por el gran público es la rescisión de un contrato de trabajo. Aunque coloquialmente se habla de "despido", lo cierto es que hay modalidades específicas de rescisión que no implican sanción:

  • Rescisión por voluntad del trabajador: dimisión o baja voluntaria.
  • Rescisión por causas objetivas: económicas, organizativas o productivas, con derecho a indemnización.
  • Rescisión por mutuo acuerdo: cuando ambas partes pactan la extinción del contrato.

En todos los casos, el trabajador tiene derecho a una serie de garantías: preaviso, liquidación, indemnización (si corresponde) y acceso al desempleo si se cumplen los requisitos.

Ejemplos prácticos de rescisión

Veamos algunos casos reales o muy comunes en los que se puede aplicar la rescisión:

Ejemplo 1: Una empresa contrata a un proveedor de software por 3 años. A los seis meses, descubre que el producto no es compatible con su infraestructura y que la empresa proveedora lo sabía. Puede iniciar una acción de rescisión por vicio en el consentimiento.

Ejemplo 2: Un particular compra un inmueble, pero al poco tiempo descubre que tiene cargas no declaradas en el contrato. Puede solicitar la rescisión por ocultación de información relevante.

Ejemplo 3: Una tienda online y un influencer firman un contrato de colaboración. Por cambios en la imagen pública del influencer, la marca decide rescindir el contrato, amparándose en una cláusula específica del acuerdo. Si es por mutuo acuerdo o está previsto contractualmente, no hay conflicto.

Plazos y procedimientos

Es importante destacar que la rescisión no puede ejercerse indefinidamente. Existen plazos legales que varían según el tipo de contrato y la causa invocada. Por ejemplo, en el ámbito civil, el plazo general es de cuatro años desde el descubrimiento del motivo que permite solicitar la rescisión.

Además, si no hay acuerdo entre las partes, será necesario iniciar un procedimiento judicial, aportando pruebas que justifiquen la causa alegada. Esto implica costes, tiempos de espera y un nivel de incertidumbre jurídica.

¿Qué pasa tras una rescisión?

Una vez que una rescisión es aceptada o decretada, los efectos principales son:

  • Extinción del contrato desde el momento acordado o declarado judicialmente.
  • Restitución de prestaciones: ambas partes deben devolverse lo recibido, si es posible.
  • Indemnizaciones: si se prueba perjuicio económico, puede haber lugar a compensaciones.

En el ámbito contable, se regularizan los registros y, si ha habido movimiento de dinero, se ajustan los asientos para reflejar la nueva realidad económica.

Errores comunes y dudas frecuentes

Muchas personas y empresas confunden la rescisión con la resolución. Mientras que la resolución suele implicar un incumplimiento, la rescisión puede tener su base en otras causas, como el desequilibrio, el fraude o los vicios del consentimiento.

También es habitual creer que una rescisión es inmediata. En realidad, si no hay acuerdo entre las partes, debe ser reconocida judicialmente, lo cual requiere pruebas y un proceso formal.

Otra duda habitual es si se puede rescindir cualquier contrato. La respuesta es no. Solo se puede rescindir si existen causas legales reconocidas o si el contrato contiene cláusulas que permiten dicha posibilidad.

La rescisión es una figura legal muy útil, pero también compleja. Permite dejar sin efecto contratos que, aunque aparentemente válidos, han generado situaciones injustas o desequilibradas. Su aplicación abarca desde contratos civiles hasta relaciones laborales o mercantiles, y siempre requiere un análisis detallado de las circunstancias.

Si estás valorando rescindir un contrato, ya sea como particular, autónomo o empresa, es fundamental contar con asesoramiento jurídico o contable que te ayude a evaluar la viabilidad de la acción y sus consecuencias legales y económicas. Actuar con conocimiento puede evitarte conflictos mayores y proteger tus intereses.

Recuerda: un contrato es una herramienta, pero también puede ser una carga si no se adapta a la realidad cambiante de las partes. La ley ofrece mecanismos como la rescisión para equilibrar la balanza cuando las cosas no salen como deberían.

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