
Desde hace años, en el sector de los Despachos Profesionales y Asesorías hemos recibido numerosos mensajes acerca de la necesidad de un cambio en el modelo de negocio y la relación con sus clientes.
Pero, ¿por qué no lo hemos hecho antes? ¿qué pasará a partir de ahora?
En este artículo, María José López y Ángel Zuate de TimeNow for Accountants, firma de consultoría especializada en ayudar a los despachos profesionales a aumentar su competitividad, nos ofrecen su opinión al respecto.
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Se nos instaba a incorporar la tecnología como elemento dinamizador y vehículo de comunicación para mejorar la productividad, para poder ganar tiempo que permitiese dar otro tipo de servicio de valor a los clientes y, por tanto, mejorar la competitividad y sostenibilidad de nuestros negocios.
Sin embargo, el ritmo del cambio ha sido lento y principalmente adaptativo, puesto que en el fondo, todos confiábamos en que cuando fuese necesario. Las Administraciones Públicas y los proveedores de software marcarían el camino de las plataformas y herramientas a utilizar.
Adicionalmente, hemos estado convencidos de que nuestros clientes no iban a ser los que nos presionasen en esa transformación, manteniendo una opinión generalizada de que se podía seguir dando respuesta a sus necesidades con el modelo tradicionalmente personalista y presencial.
Si a esto añadimos el coste y esfuerzo que requiere intentar digitalizar nuestros servicios, sin una experiencia previa o marco de referencia a utilizar, cuando el día a día imperaba, muy probablemente llegamos a la decisión de desistir.
No obstante, siempre hemos mirado de reojo a las iniciativas online que encontramos en la red como “competencia” de nuestros servicios: servicios de contabilidad y laboral a bajo (incluso bajísimo) precio, proveedores de herramientas que incluyen servicios contables-fiscales unidos a su herramienta, iniciativas de grandes despachos para tener presencia en la pyme…
Lo que nunca podíamos imaginar es que, iba a ser otra y muy diferente la razón que iba a obligarnos a replantearnos estas premisas y que, además, lo íbamos a tener que hacer con la máxima urgencia.
Desde hace apenas unas semanas, vivimos inmersos en una de las mayores emergencias sanitarias que se recuerdan en la historia de nuestro país y nos hemos visto compelidos a hacer frente a muchos de los retos que se nos anticipaban y desafortunadamente, a veces, sin estar suficientemente preparados para ello.
Así pues, la tan comentada transformación digital ha llegado para quedarse.
Se ha formado una tormenta perfecta que, si somos capaces de mirar a medio plazo, más allá de representar un problema, se convierte en la oportunidad que puede ayudarnos a tomar un papel protagonista y proactivo en la relación con nuestros clientes.
Todo apunta a que el rol del asesor se transformará definitivamente al del consejero y socio de negocio que ha superado su posición de tramitador.
Estas características, protagonista y proactivo, serán el santo y seña del sector en los próximos años, puesto que, en la medida en que las Administraciones Públicas continúen con su imparable avance en la digitalización de procesos, todo apunta a que el rol del asesor se transformará definitivamente al del consejero y socio de negocio que ha superado su posición de tramitador siendo capaz, gracias a servicios creados alrededor de la tecnología, de traducir las directivas regulatorias y ayudar al empresario a conseguir sus objetivos.
Sólo hay que mirar alrededor: el entorno ha cambiado y la predisposición, ya sea por las ventajas que proporciona o derivada de la necesidad del cliente a colaborar con nosotros mediante medios digitales es patente y seguirá creciendo, en la mayoría de los sectores, día tras día.
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