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En 1994 Alfonso Jiménez y Francisco Iglesias no tenían muchos recursos económicos, pero desbordaban ganas, esfuerzo e ilusión ante su idea de negocio, Cascajares. Ahora que ya no tienen 20 años y que han pasado de ser un pequeño negocio a uno de tamaño medio, aseguran que "el cliente es más exigente".
Alfonso Jiménez, cofundador de Cascajares.
Después de más de dos décadas como amigos y fundadores de esta empresa de soluciones gastronómicas, Alfonso cree firmemente que el éxito en una sociedad está en que los socios se complementen. En su caso, asegura que "Paco, mi socio, ha evitado que me arruine cinco veces. A mi me tira el corazón, soy visceral y pongo mucha ilusión, pero también es necesario poner el otro ingrediente que es la cabeza". Es por ello que siempre anima a todos los emprendedores a que no tengan miedo por hacer una sociedad con otra persona, pero que estudien muy bien con quién hacerlo, y que "lo que falta a uno lo aporte otro" y así poder formar un buen equipo como es su caso.
Problemas, claves para el éxito
"Todos los pasos importantes de Cascajares han venido por un problema que lo hemos sabido gestionar, darle la vuelta y crear una solución". Y esa solución ha sido parte del éxito, como sucedió en sus comienzos como empresa en la que tenían una producción de 700 capones que no eran capaces de vender. ¿Cómo lo solucionaron? Hicieron el capón confitado y lo metieron en latas para que se conservase. De esta forma se metieron en la elaboración de productos de alta calidad y esto hizo que Cascajares hoy sea lo que es.
Una de sus principales premisas empresariales es creer en uno mismo, ya que "el objetivo se logra siempre y cuando creas que lo vas a conseguir". Precisamente uno de esos retos fue lograr que el capón de Cascajares fuese uno de los platos principales en la boda de los Príncipes de Asturias y, tal y como afirma Alfonso, "si no llegamos a creer que lo conseguiríamos, habríamos fallado en algún punto".
Cascajares va más allá de ser una empresa "al uso" ya que desde que en 1998 montaron su primera fábrica con la colaboración de la Fundación Centro San Cebrián, siempre ha contado entre su plantilla con personas con discapacidad, llegando a ocupar el 30% de su plantilla actual del obrador palentino. Es más, tal es la implicación de sus fundadores con la causa que llevan 13 ediciones celebrando una subasta benéfica de capones, cuyos beneficios se destinan principalmente a proveer la independencia de personas con discapacidad a través de la Fundación Cascajares.
Exportación, presente y futuro
Otra de sus experiencias más enriquecedoras y algo más recientes son las exportaciones. En 2003 empezaron con las primeras y poco a poco este “veneno” es para Alfonso, como hombre que ha pasado por todos los procesos de este negocio, una de las experiencias que más le gustan. "Es bonito estar en otros países y ver tus productos fuera y crear valor a tu tierra".
Para este empresario lo que más le cuesta es ser intuitivo y, considera, que es algo fundamental en un emprendedor. Lleva años dedicando su esfuerzo diario a intentar buscar la mejor solución para cada problema y a estar posicionado en el mercado, pero reconoce que nunca se llega a ser el primero "porque el día que te creas que lo eres empieza el principio de tu fin" y aunque lo tiene claro, sueña con ser el mejor.
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